La Comisión Shafer: el informe que pudo cambiar la historia del cannabis

A comienzos de los años 70, Estados Unidos estaba en plena “guerra contra las drogas”. Richard Nixon era presidente y veía al cannabis como una amenaza social, cultural y hasta política. Para respaldar sus políticas necesitaba pruebas científicas… y entonces creó la Comisión Nacional sobre el Cannabis y el Abuso de Drogas, conocida como la Comisión Shafer.

Lo que Nixon no esperaba es que esa comisión se convertiría en una piedra en su zapato.

La misión

Encabezada por Raymond P. Shafer, un exgobernador republicano de Pensilvania, la comisión reunió médicos, abogados, académicos y expertos. Durante más de un año, entrevistaron a consumidores, viajaron a distintos países, hablaron con médicos, recolectaron estadísticas y revisaron estudios. Querían entender de verdad qué tan peligrosa era la marihuana.

Y la conclusión fue un verdadero terremoto para la Casa Blanca.

Lo que descubrieron

El informe final, publicado en 1972 bajo el título Marihuana: una señal de malentendidos decía lo impensado para la época:

  • El consumo moderado de cannabis no genera daños físicos ni psíquicos.

  • No existe dependencia física, aunque en casos de uso intensivo puede darse una dependencia psicológica.

  • No hay muertes por sobredosis de marihuana.

  • El mayor problema no es la salud, es la ley: la criminalización está arruinando más vidas que la propia planta.

  • El mito de “droga de entrada” no tiene evidencia.

En otras palabras: el cannabis no era ese monstruo del que hablaba el gobierno.

Sus propuestas

La Comisión Shafer no se quedó solo en las conclusiones. Recomendó cambios concretos:

  1. Despenalizar la tenencia privada de cannabis.

  2. Permitir hasta 28 gramos en público sin consecuencias penales.

  3. En caso de pasar ese límite o vender pequeñas cantidades, aplicar solo una multa administrativa de 100 dólares, no cárcel.

También subrayaron que el consumo recreativo no era inherentemente irresponsable, comparándolo con el alcohol: otra sustancia que podía usarse socialmente sin convertir a nadie en criminal.

El choque con Nixon

Cuando el informe llegó al escritorio de Nixon en marzo de 1972, el presidente quedo loco. Se dice que trató a Shafer “como a un perro” y le advirtió que arruinaría su carrera si publicaba esas conclusiones.

Pero Shafer no cedió. Presentó el informe al Congreso, lo entregó a los medios y hasta se publicó en formato libro. ¿El resultado? Silencio. La Casa Blanca se encargó de enterrarlo y la historia siguió su curso: la marihuana permaneció en la lista más restrictiva de drogas, junto a la heroína y la cocaína.

Mientras tanto, Nixon declaró oficialmente su “guerra contra las drogas”, que marcaría décadas de represión y encarcelamientos masivos.

¿En qué quedó de todo esto?

Aunque el informe fue ignorado, quedó como un testimonio adelantado a su tiempo. La Comisión Shafer ya decía en 1972 lo que muchos países están aceptando recién ahora: que el cannabis no es un enemigo público, sino una planta cuyo consumo debe ser tratado con sensatez, salud pública y derechos, no con cárcel.

Su frase más recordada resume la esencia de aquel documento:

“El daño real y potencial del cannabis no es lo suficientemente grande como para justificar la intrusión de la ley penal en la conducta privada.”

La ironía es que, mientras Nixon terminó siendo destituido por el escándalo Watergate, el informe Shafer sobrevivió como una prueba histórica de que la prohibición del cannabis nunca fue una decisión científica, sino política.

Y hoy, más de 50 años después, cuando hablamos de regulación, justicia social y uso responsable, ese viejo informe sigue sonando más vigente que nunca.

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