Chill en la Tierra Media: Gandalf, Frodo y Sam al filo de Mordor

En la cima bien chill.
Imagínate en una meseta rocosa, justo donde las Montañas Nubladas rascan el cielo. El crepúsculo pinta todo de dorado y púrpura, y el viento trae ese aroma terroso que conocen bien los cultivadores. Allí, al borde del precipicio, Gandalf levanta su pipa Grav de cristal verde como si fuera un cáliz mágico.

El ritual de la primera fumada.
Gandalf frota la brasa contra la hierba de su Grav, pronuncia un verso al estilo élfico y deja que el humo forme espirales perfectas. Frodo, con manos temblorosas, guma suave y deja que el efecto le limpie de la paranoia de Mordor.

Risas de Hobbit y Buenas Vibras
Sam está al lado, cuidando la pipa como quien guarda su receta secreta de papas al horno. Entre calada y calada, suelta esa frase sencilla: “Señor Frodo, esto es casi tan reconfortante como un guiso de mamá”. Frodo se ríe.

La verdad del THC y los amigos.
Mientras el humo sube hacia las estrellas, se arman conversaciones de las profundas. Gandalf comparte tips de supervivencia —“cuando el camino es oscuro, una buena cosecha te devuelve la luz”—. Frodo confiesa sus ansias y encuentra en cada bocanada un hit de huevos. Sam, fiel como siempre, recuerda que el mejor cultivo empieza por la calma interior.

El viaje no termina.
Cuando la última nube se disipa y la noche abraza el valle, aparece una luz tenue que indica el siguiente paso de la aventura. Gandalf suelta una sonrisa cómplice, y los hobbits sienten cómo la hermandad cannábica les da alas para continuar el viaje con la mejor vibra.

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